Dos horas con S

Me parecía increíble que llegara el momento de quedar con alguien para dar un simple paseo, incluso cambiar de escenario. Podría decir que me apetecía más quedar con un amigo que una reunión familiar. Al formar parte de una familia desestructurada, sentía la necesidad de poder hablar abiertamente con alguien de confianza, poner nombre a mis emociones y expresar en voz alta mis silencios. Está siendo muy duro afrontar esta pandemia desde la soledad. Pero también gozo de momentos de paz ausentes en otros hogares. Cada persona vive sus propias circunstancias.

Nos saludamos y sonreímos con distancia. La hubiera abrazado pero percibí que no quería. No se lo propuse por respetarla y no ponerla en una situación incómoda. Anduvimos una hora y algo. Charlamos otro rato más. Me sentí más libre. Los espacios son más amplios que en el camino de al lado de casa. Por norma general, las personas respetaban las normas. Hacía buen tiempo. Nos daba el Sol en la cara. Sin darnos cuenta, llegamos al barrio de mi hermano. Hablé con Ali y con mi cuñada. Me reconfortó saber que ella necesitaba desahogarse más que yo. Nos reímos con las travesuras de mi sobrino. Pude verles a 2 metros. Acaricié a Filo. Percibí su latido. S y yo pudimos contar cómo estaba desarrollándose nuestro trabajo. Nos sentimos comprendidas.

No me esperaba todo esto al pasar a la Fase 1. Pensar que ese mismo día por la mañana, R me dio un abrazo y no pude contener las lágrimas durante un buen rato. Me impresionó tanto sentir el calor humano, unas manos en mi espalda... pero el calor, sobre todo el calor que desprendemos las personas. ¡Algo de vida en un escenario donde la muerte es la protagonista! Hoy en día, recibir un abrazo es un lujo. Ambas partes temen contagiar o ser contagiadas. Es algo que no harías con cualquiera. Te das cuenta de quién es importante para ti. De quién lo necesitas y por quién lo harías. Es un gesto sencillo, necesario, más fácil de entregar que de recibir y dadas las circunstancias, nos sentimos en cierto modo vulnerables por ello. 

Conseguí relajarme y con ello, reconciliarme un poco con la sociedad. Quizá el miedo me ha mantenido en una actitud demasiado crítica al ver cómo muchas personas no respetan las normas de confinamiento. Como si a los demás no nos costase hacer ese gran esfuerzo. Y sobre todo por los que están en primera línea jugándose la vida. 

S desea volver a casa cuánto antes. Y lo hará antes de lo que cree. No puedo evitar pensar en este verano. La mayoría de mis amigos ya hablan de irse a su segunda residencia para estar con su familia o se irán con sus parejas. A estas alturas me conformo con poder salir unos días. Ya sé que es mucho adelantar en un momento en el que se vive prácticamente al día. Pero después de todo este año infernal, me apetece tannnnto escaparme... 

De momento, seguiré disfrutando de la compañía y de los pequeños avances que vamos consiguiendo entre todos.

Ésto también pasará.

Palabras de... M*

Lecturas zombies

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insiste en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierde la alegría y el sentido del resto. [...] 
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. 
Lo que sucedió, sucedió y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. [...] 
Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación [...] 
La vida es tirar para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción.
Noviazgos o amistades que no clausuran posibilidades de  "regresar" (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron ¡Sí puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo!, si no, déjelo ir, cierre capítulos [...]
Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver. 
Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.
Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque: cuando usted vino a este mundo "llegó" sin ese adhesivo, por lo tanto es "costumbre" vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir. [...]
Pero... cierre, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte.
Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.
¡Esa es la vida! 


Cuida lo que comes, piensas y lees.


Palabras de... Paulo Coelho 
Ni un solo atardecer brilla con la misma intensidad 

¿Por qué me merezco ser feliz?

Resulta arduo complicado abrirse en canal y hablar sobre uno mismo. A veces, empiezo a escribir y me doy cuenta de que no profundizo, escribo palabras sin decir nada tratando de ser ambigua. Quizá por disimular o por timidez, pero nunca por cobardía. Así que, como soy valiente, saltaré por la ventana, como aquella famosa frase de la película: "Los amantes del círculo polar".

Allá voy...

¿Por qué merezco ser feliz? Me preguntaste...

Merezco ser feliz por muchas razones. Esta lucha por ser feliz requiere constancia y la necesidad de dejarte personas por el camino. Estoy cansada de sentirme culpable por ser yo mi prioridad; por no acudir siempre que me llaman; por decir: "no"; por no estar de acuerdo con alguien cuando hasta la fecha lo he estado; por de repente, tener un visión diferente a la tuya; por cansarme de una actitud nociva y reiterada y no estar dispuesta a aguantarlo ni un minuto más. Pero me da miedo. Me da miedo no mantener todas esas atenciones por preocuparme por mí y, que desaparezcas. Porque cuando me necesitas, me siento importante. Siento que existo. Es solo que a partir de ahora, me necesito a mi misma.

Merezco ser feliz, sí.  Porque estoy en mi derecho. No soy de esas personas que ponen mil cortinas de humo para no ver lo que hay en su interior. Comencé este proceso de autoconocimiento hace ya seis años cuando empecé a practicar Hatha Yoga. Ay! Lo que remueve por dentro el Yoga! Por eso, o lo amas o lo rechazas.

La gente tóxica no entiende que la actitud es importante. Lo fácil es caer en la negatividad, el compadecerse de uno mismo, el victimismo. Pero cansa. Te aparta de las cosas bellas de la vida.

Cuando te hayas inmerso en la tormenta, cuesta. La vida cuesta, como dice Marwan. Es un esfuerzo grande el que hay que hacer para ver "el lado bueno de las cosas" (otra peli guay).  Tantos días en casa y te sientes triste por estar sola y aún así piensas, "Y ahora, ¿qué?". Pues ahora voy a poner incienso de India que aún me queda!!! Me pongo a desafinar con la guitarra... ¡Menos mal que no me oye nadie! o ¡Qué majos mis vecis que no se quejan!. Me pongo una copita de ese Ribera que me ha traído el mensajero y que no he tenido que cargar desde el super. Miro por la ventana... Impresionante puesta de Sol. Estoy harta de trabajar y, me llega otro correo. ¡Wooow! Un vídeo de mis alumnos diciendo que me echan de menos! Suena en el spoty un temazo y encuentro los acordes de guitarra en Internet. Como la tengo detrás del ordena, la cojo y pruebo un poco. ¡Genial! Ya tengo planazo para mañana. La actitud se entrena, como sonreír todos los días.

Y así con todo. Admiro a aquellas personas que tratan de salir adelante con todo su dolor y dando gracias a la vez por todo aquello bueno que tiene en la vida, aunque sea en momentos circunstanciales y sufriendo por aquello verdaderamente importante.

Sí, lo digo por mis padres y alguna "compañera". En especial, por mi madre. Su falta de actitud y aptitud, unida a una situación difícil pero elegida por propia voluntad, la está encaminado a una demencia con precedentes. Nos imaginamos a una persona con esta enfermedad como un ser querido que no recuerda ciertas cosas o que se siente perdida. Y es cierto, mi madre lo está. Pero no es algo que puedas llegar a imaginar. Se expresa con rabia, dureza. Hasta podría calificarla de tirana. Insulta. Critica. Si la concedes todos sus deseos, eres la mejor hija que se pueda tener. Pero si no, eres lo peor de este mundo. Como ella es infeliz, intenta que los demás también lo sean. Quizá por encontrar a alguien que la comprenda y la permita seguir quejándose una y otra vez. Y cuando expreso todo esto, después me siento mal. 

Pero yo merezco ser feliz. He ayudado en lo que he podido. Cuando llegas al límite en que tienes que elegir entre otra persona y tú... elijo yo. Porque merezco ser feliz.

¿Y por qué merezco ser feliz? La de vueltas que doy por contestar a esta pregunta, por Dioh! Enga...

Merezco ser feliz porque voy con mi sonrisa a cuestas e intento dar una chispa de humor a la vida sobre todo cuando estoy acompañada. Sé escuchar e intento hacer sentir bien a mi gente cuando estamos juntos. Merezco ser feliz porque siempre intento mostrar mi mejor versión. Porque me he dejado la piel, la salud y el alma por conseguir una plaza para no tener que preocuparme por mi sueldo aunque sí por mi trabajo; por ayudar a mi gente; por pedir perdón cuando me he dado cuenta de mis errores; por intentar ser mejor y exigir menos a los que quiero; Por no ser hipócrita y decir lo que siento y pienso de frente; lo que más me cuesta aceptar son mis errores. Ese afán por ser la persona perfecta y no defraudar a nadie. Merezco ser feliz por mis noches a solas, por todo lo que he perdido; porque merezco amar y ser amada aunque no me suela dejar llevar; porque aprecio pequeños detalles que a la mayoría le son inadvertidos. Me esfuerzo por ser una mujer completa, inquieta y no depender de nadie. Siempre fuerte, pero a solas... es otra historia ¿verdad?

¡Lo que daría yo por verme a través de tus ojos! Y luego pienso... ¿Y a mí qué me importa? Lo que pienses tú ni nadie. Algunas personas que me conocen me han expresado, sin yo preguntar, que derrocho energía, que soy más fuerte de lo que me creo. Hasta el momento, no soy capaz de visualizarme en un segundo plano. Pero si eso es lo que transmito, genial!

En resumen, merezco ser feliz ¡Y punto!

Palabras de ... M.