Reiki: sesión I




Entró por la puerta irradiando serenidad. Las velas, la tenue luz, las campanadas replicando de fondo, la lámpara de sal... Propiciaron un ambiente hipnótico, relajante.

A través de la imposición de manos, pude verme a misma más hermosa que nunca envuelta en seda. Mis movimientos eran lentos y elegantes, como sumergida en el agua. Era una especie de oráculo que trataba de advertirme sin hablar, tan sólo se expresaba a través de la mirada. Una mirada a veces tierna, compadeciéndome de mí; otras, amenazante, alertándome por mi conducta; y, finalmente, serena, feliz, con una sonrisa propia de mí.

De esta visión pude abstraer muchas conclusiones: mi belleza interior depende de las decisiones que tome a lo largo de mi vida. Sin duda, hay circunstancias en mi vida que me provocan tristeza. Por ello, debo estar alerta y muy atenta para no sentirme traicionada por quienes no me quieren; debo ser valiente y sentirme orgullosa de las decisiones difíciles que debo tomar. Sentirme en paz y encontrar el equilibrio son la base para construir una sonrisa permanente.

Y, finalmente, rompí a llorar... Por las lecciones que me quedan por aprender. Se removieron muchos sentimientos, emociones, heridas que fluyen por dentro.

Gracias a esta primera sesión de Reiki comprendí que para sanar, primero hay que limpiar.

Palabras de... Una princesa*


0 comentarios:

Publicar un comentario