El país de las maravillas

Después de tanto cavilar y darle mil patadas al Sol, voy a permitirme un descanso.
Es cuestión de tiempo salir de la espiral por la que me deslizo y abrir el círculo, encontrar esa salida hacia la paz y la ilusión. Las lágrimas no son más que un sistema de auto-limpieza interno necesario, aunque angustioso, para disipar la niebla que oculta la nueva trayectoria a seguir.
He dado un paso hacia la intersección. Un paso más significa evolución, significa abandonar lastres, significa enfretarme a los abismos y gritar para escucharme.
¿Qué dicen mis luciérnagas? Mis luciérnagas susurran mediante suspiros que me libere, que sueñe cómo hacerlo, que haga las preguntas adecuadas para que fluyan las respuestas a mis plegarias. Seguir soñando que el mundo en el que creo y quiero vivir es posible. Es más que eso, existe. Me maravilla, me llena de luz.
Me siento Alicia en un mundo soñado lleno de maravillas. Prefiero un mundo irreal en el que sea feliz a un mundo real lleno de contradicciones. Es cuestión de tiempo que encuentre el camino de baldosas amarillas y cuando me sitúe ante él, levantaré la cabeza con la sonrisa de un gato y avanzaré con pase firme, sintiendo que soy yo quien camina segura y decidida a enfrentarme a esta aventura que es la vida.

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