No robes mi energía, que no me sobra

Ayudar a los demás, escuchar y dar el mejor de tus consejos está muy bien. Sí, sí, lo está. Realmente es muy gratificante dedicar tu tiempo a una persona que te necesita porque se siente desubicada. Te vuelcas tanto en ello que se convierte en tu principal asunto a lo largo del día.

Perdón. Estoy siendo un tanto irónica (o eso pretendía). Todo tiene su porqué.

MiradaAl final, te das cuenta de que esa persona lo único que quiere es absorber tu energía. Y cuanto más das, más te quita. Toda aquella entrega regalada termina por ser exigida, resultando siempre insuficiente. Terminas siendo tú el muro en el que rebotan las inseguridades y miedos ajenos. Te tambaleas porque no comprendes que no valoren todo lo que haces por ayudar sin tener ninguna obligación de hacerlo.

Con el tiempo, es la persona en cuestión la que tiene que empezar a cambiar por sí misma. Llega un momento en que los consejos terminan por rebotar y según los das, vuelven a ti de la misma forma en que salieron.

En esta vida es importante ser bueno, pero no gilipollas. No dejéis que un intruso chupóptero de energía desestabilice vuestro mundo interior. Nunca será suficiente y nunca valorará el tiempo y esfuerzo que le dediques.

Es muy importante prevenir. Saber con anterioridad qué tipo de personas se acercan a ti y evitar así, una desilusión y desequilibrio emocional.
Tened cuidado al eligir a aquellas personas que van a formar parte de vuestra vida. Puede que os cautiven bajo la magia de la casualidad pero en realidad no es así. Realmente escogen a las personas porque se quedan embobados por la luz que desprendéis y, quieren robárosla.

Palabras de... una princesa*


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