Volverte a ver...

El hecho de viajar menos, hace que valores más los pequeños viajes que haces. 
Regresé de Alemania con aires frescos y renovados y que pronto se han esfumado por el estrés. Por eso, escribo este post. Para recuperar parte de esa energía recordando buenos momentos.

Hizo un fríoooooooooo... pero no me importaba. Todo lo malo se desvanece cuando estoy a su a lado. ¿Al lado de quién? De mi querido hermano.

En mi segundo viaje a Alemania, he disfrutado más de las costumbres, gastronomía... y desmantelado el falso mito del carácter alemán. Resulta que los alemanes sonríen siempre que les sonríes; son amables y respetuosos y, les encanta el carnaval. Se ponen el disfraz por la mañana, van a comprar, sacan al perro, acuden al desfile, se emborrachan y, no se lo quitan hasta la hora de dormir.


Esta vez hemos visitado un pueblo de la Selva Negra: Triberg. Estaba todo absolutamente nevado. Las casas parecían estar cubiertas de nata. Menos 7 grados y tan feliz. Rodeada de Relojes de Cuco, disfraces, nieve, un sol espléndido, una cascada... 

Esta es Alemania. No quería volver.




Palabras de... una princesa*