Traiciones el corazón

El hecho de tomar una u otra decisión nos hace libres pero también puede condenarnos a seguir un camino el resto de nuestra vida. Como por ejemplo, enamorarte de la persona equivocada. Cuando esta persona se cruza en tu camino, por un momento nos paramos a pensar (pero sólo por un momento) en lo mucho que se nos van a complicar las cosas. Aún así, corremos un tupido velo y continuamos hacia delante convenciéndonos de que el corazón es el que manda. Y en el fondo, es el propio corazón el que nos está traicionando.
Imaginemos por un instante que hablamos de mi y que esa persona es veinte años mayor que yo. Sin embargo, el amor no entiende de edad así que, está más que justificado luchar contra viento y marea, reunir todo el valor para dar el disgusto a tus padres, superarlo y ser un ejemplo para los que te rodean. Aunque todo ello suponga renunciar a mi juventud y madurar pronto para estar a la altura de las circunstancias.
Imaginemos ahora que esa persona es extranjera y su preparación profesional en este país no es considerada equiparable al resto de ciudadanos pese a obtener la nacionalidad. Pasan los años y las puertas se van cerrando. El orgullo impide volver a empezar con una nueva profesión o estudiar lo anteriormente estudiado para poder trabajar en lo que siempre has soñado. Pero da igual porque... el amor no entiende de fronteras.
Los años van mal pasando y los hijos naciendo porque son producto del amor. Y aunque hay mil maneras de disfrutar del amor sin aumentar la familia, es cuestión de la cultura de la que procedas el querer poner esos medios o no. Y mi pareja es tiene ciertos gustos que no está dispuesto a negociar.
Pero ya sabéis lo que dicen: el amor es sacrificio. Por lo que la siguiente reflexión es la más acertada: dejaré mi puesto de trabajo bien remunerado para montar una empresa con mi pareja y de esta forma, él podrá tener una oportunidad para desarrollarse profesionalmente.
Vienen más hijos. Ya son tres. Necesito una casa más grande. Estoy harta de los retrasos. Me hago la ligadura de trompas y listo! Mi marido teme perder su virilidad. Parece que la empresa va bien aunque es pronto. Por supuesto, no comento nada de mis planes con mis padres por si los planes se chafan. Ya soy mayorcita para tomar mis propias decisiones y no quiero que nadie se entrometa en mi vida. Me compro la casa y lejos. No necesito ayuda.
Seguimos imaginando que los años pasan, aunque cada vez son más amargos. Nos metemos de lleno en la crisis. La empresa no va tan bien como antes pero, mi pareja tiene un sueño y ahora que ya es mayor es el momento de hacerlo realidad. El sueño no da sus frutos. Busco trabajo. Lo encuentro porque tengo dos carreras con futuro pero... no es suficiente para mantener una familia. No soy feliz. Sigo buscando alternativas imposibles. Demasiado tarde para dejarle, por él, por mis hijos, por mi conciencia.
Los bancos no negocian. [...]
Hasta qué punto escuchar a tu corazón puede traicionar nuestros sentidos, cegar nuestra cordura. Son varias las historias desorbitadas que podría contar.
Desde fuera ves como esa persona que quieres va encaminada hacia el precipicio y no puedes hacer nada y mucho menos opinar. En el fondo reconoces que ni con todo el oro del mundo podrías solucionar un problema aparentemente económico porque sería volver a empezar sólo que también me llevaría a la ruina a mi también. Y si además ofreces otro tipo de ayuda, puedes llevarte la respuesta que te coloque de nuevo en tu lugar. Aún así puedo ofrecer una alternativa que no es mía y partir de menos cinco. Gracias.
En fin, sólo puedo quedarme como mera espectadora y escuchar cómo la culpa es de la crisis, el gobierno... y tender mi mano, compartir mi pan, mi sofá y esperar a que las cosas sucedan evitando el sufrimiento de mi gente. Lo siento mucho.

Palabras de... una princesa

0 comentarios:

Publicar un comentario