La imaginación mueve el mundo

Qué fácil sería vivir una realidad inventada dónde el agua fuese azul turquesa, dónde las idas y venidas del porvenir se desvanecieran con la simple ingesta de una píldora de la felicidad.
Bastaría con tomar una de esas pastillas milagrosas con sabor a caramelo para dibujar nubes rosas en el cielo gris y saltar varios metros por encima del cielo. Con tan sólo una de esas delicias podría observar el mundo a través de tus ojos y comprender mejor los suspiros que no expresan nada. Si con saborear su dulce sabor pudiera... crear un mundo tan mágico como real, tan afín a mi... inventaría un espacio lleno de colores oscuros y claros, olores que evocaran mis recuerdos más hermosos y, sabores ácidos que me hiciesen susceptible a cualquier sensación, para que nada me pase inadvertido.
En este mundo irreal, tan irreal como la vida misma, el equilibrio es imposible. Pero como diría mi querido Segismundo: "¿Qués es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son".

Palabras de... una princesa.

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